Investigación, Testimonios

ANTONIO MORALES IGLESIAS Y JOSÉ ARJONA OCAÑA

5 Nov , 2025  

ANA MORALES Busca el cuerpo de su abuelo paterno, ANTONIO MORALES IGLESIAS, y a su tío abuelo materno, JOSÉ ARJONA OCAÑA.

“A raíz del asesinato de mi abuelo Antonio, todo fue mal. La familia se rompió”, así narra Ana Morales (1971, Jerez) el desenlace de los familiares de las víctimas del Franquismo. Tristeza, ausencia y mucha hambre. “Mi padre se quedó sin padre con 2 años y medio. Y prácticamente sin su madre, que con 20 años se pone a trabajar de cocinera en la casa de un señorito y solo venía a ver a su hijo un día a la semana. A mi padre lo crió su abuela”, añade.

La historia de su abuelo Antonio Morales Iglesias está llena de dudas y muchas consecuencias. “No sé qué día se lo llevan. Pero lo trasladan a un cuartel que crean como cárcel, por el centro. Lo prenden para hacerle unas preguntas. Cuando se entera su mujer, ella va directamente a verlo. Dejando a mi padre, con 2 años, y a un bebé recién nacido. Dejan que lo vean. Está con él y mi abuelo le dice: ‘Quédate tranquila. No te preocupes’. Y uno que estaba allí, le dijo: ‘No se preocupe que antes de que usted llegue a su casa, su marido va a estar allí’. Se fue. Y jamás lo volvió a ver”, relata Ana.

“Mi tío, según dicen, cuando mi abuela vuelve de ver a su marido en la cárcel, le da el pecho al bebé y la leche estaba en mal estado; por lo que el niño se congestionó. Y mi tío tenía una discapacidad. Pudo haber sido de nacimiento, ¿no? Algo que no lo detectaron hasta más tarde. Pero la versión en casa era esa: que tomó la leche, se puso rojo, se puso malo, y a partir de ahí pues… No andaba bien, no hablaba bien”, comparte su nieta.

Antonio Morales era un zapatero que tenía muy buena fama en Jerez. Trabajaba haciendo zapatos para los señoritos, en Rápido Alemán, en la calle Arcos. No estaba sindicado ni era conocido por su activismo, entonces ¿por qué lo mataron? Ana lo desconoce. “Mi padre no hablaba mucho del tema, pero yo intuyo que él, que era una persona muy libre, dicharachero, abierto y sin pelos en la lengua… Él terminaba su trabajo y se iba a un bar que tenía cerca. Y allí decía todo lo que pensaba, que no le parecía justo esto, que si el señorito tal… Conocía a mucha gente, y evidentemente sus ideas eran de izquierdas. Pero todo esto es intuición, porque de eso no se hablaba en casa”.

Ana cree conocer la historia de su abuelo Antonio más a través de su madre, que por boca de su padre: “Me da la sensación, sí. A las mujeres nos es más fácil mostrar una realidad cruda y que esa realidad nos impacte y nos haga mostrar los sentimientos. Y a mi padre le costaba más. Para él sucedió, y su desenlace fue que se crió sin padre y sin madre. Siempre lo decía: a mi padre lo mataron”.

Dice que en concreto, no fue el miedo lo que calló a su padre, sino más bien el no saber expresarse. “Hablaba más de las consecuencias del asesinato de su padre: de su soledad, que se crió en la calle…, que del propio Antonio”, recuerda Ana, a lo que continúa: “A mi padre le propusieron, cuando iba a ir a la mili, que si reconocía que su padre había muerto de muerte natural, se libraba de la mili. Y él dijo que no. Se pasó dos años en Barbastro, Huesca. Él nunca quiso falsear la realidad; aunque mi abuelo no está recogido en ninguno de los listados…”

En casa de los Morales Arjona no se ocultó la realidad, ni se silenció. “Mi madre lo narraba todo siempre. Y yo me enteré cuando tuve uso de razón. Siempre se decía lo mismo, nunca se suavizó la historia”, asegura.

¿Por qué decides buscar los restos de tu abuelo? “Por mí. No era algo que mi padre tuviera en mente hacer. Él tenía rabia, aunque no la manifestaba, pero decía que ya le habían quitado a su padre, su historia, y que lo único que tenía de él es que le había enseñado a andar. No dejó herencia, foto… Yo lo hago porque creo que él se merece que se cuente su historia, que se sepa qué pasó y que realmente no lo olvidamos y lo queremos”.

“Esto no se puede olvidar. Memoria histórica y memoria histórica personal”, finaliza Ana Morales.

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