Investigación, Testimonios

ANTONIO RUIZ TERÁN

16 Nov , 2025  

DIEGO YESA RUIZ Busca el cuerpo de su abuelo materno, ANTONIO RUIZ TERÁN.

Diego Yesa

“Antonio, ten cuidao, que van a ir a por ti. Estás en una lista”, le alertaron sus amigos. “Yo por qué me voy a esconder, si no he hecho nada malo”, contestaba Antonio Ruiz Terán (1892, La Puebla del Río). “Mi abuelo era vicepresidente del sindicato Unión Jerezana de camareros, y él lo que hacía era trabajar por mejorar las condiciones laborales de los camareros”, cuenta con admiración su nieto Diego Yesa Ruiz (1960, Jerez).

Nacido en La Puebla del Río, se marchó con su mujer, originaria de Cantillana, a la campiña jerezana. “Aunque parezca mentira, en aquella época, en Jerez había muchísimo trabajo”, comenta Diego. En Jerez trabajó como camarero y defendió los derechos de sus compañeros. Un activismo que le llevó a estar en el punto de mira tras el alzamiento del 18 de julio del 36. Cuando lo detienen en su casa, Antonio tiene 5 hijos y su mujer está embarazada del sexto.

Antonio Ruíz Terán

“Mi abuela iba todos los días a verlo, le llevaba comida…, hasta que un día le dan su ropa y sus efectos personales y le dicen que no vaya más allí, que allí ya no está. Hasta hoy”, relata su nieto. ¿Cómo afectó esta pérdida a tu abuela, embarazada? “Imagínate, yo siempre digo que la verdadera heroína de este tema son las mujeres que sobrevivieron a esto. Tener que sacar a una familia adelante… y además señalada para que nadie le diera trabajo”, cuenta Diego. “Es muy duro”, expresa emocionado.

“Imagínate”, repite constantemente, poniéndose en la carne de sus antepasados. “Una mujer sola en aquella época, tener que sacar a sus hijos ‘palante’. Mi tía y mi tío empezaron a trabajar desde muy pequeños… Eso marca de por vida. No han tenido la oportunidad de estudiar”, comparte.

¿Cómo conoces la historia de tu abuelo materno? “Me enteré preguntando, pero no por mi familia. Ellos no hablaban del tema. Hablar de esto… había muchísimo miedo. Lo que pretendían era tener a los hijos y a los nietos apartados de este tema por miedo. Era un tema que no se hablaba en las casas”, responde, a lo que continúa: “Mi madre jamás me habló de su padre. Y si a alguien se le ocurría preguntar en una reunión familiar, al momento se cortaba y se cerraba. Prohibido. No se hablaba de él, es como si no hubiera existido”.

“No se podía preguntar”. Diego consiguió armar la historia de su abuelo Antonio Ruiz gracias a la documentación que encontró en internet, a los archivos históricos, a la ayuda de historiadores como Cristóbal Orellana y también a través de la asociación memorialista que se erigió en Jerez. “Preguntando mucho” fuera de casa: encontró respuestas.

“Lo poquito que yo sé de aquella época por la memoria oral, lo sé por parte de mi abuela. Anécdotas por ejemplo de mi madre: cómo ella con 6 añitos tenía que llevar a su hermano, recién nacido, en brazos hasta donde trabajaba mi abuela, para que le diera el pecho. ¿Pero de mi abuelo? Que va”, manifiesta.

Los familiares de las víctimas del alzamiento del 36 buscan a sus antepresentes por motivos dispares, y con fines también muy diversos: “Yo lo de buscar el cuerpo… yo lo que buscaba es la historia. Saber qué pasó, cómo lo trataron, cómo lo maltrataron…”, admite Diego. “Y el caso de Jerez es muy especial, y es muy difícil que aparezca algo. Porque se levantó el cementerio, se construyó donde estaba el camposanto, con lo que habría fosas comunes que han desaparecido…”, afirma, y luego insiste: “Pero para mí lo del cuerpo es lo menos importante, mi abuelo vive en nosotros, en su legado… ahí es donde vive”.

“El recuerdo sí, que se sepa la historia, que se explique, que se cuente en los colegios, porque en la medida que lo conozcamos, evitaremos que se repita”. Emocionado y con la rabia que le brota este tema, Diego quiere puntualizar algo sobre la memoria histórica: “Muchas veces se habla de represaliados de la guerra, y represaliada fue mi abuela que se tuvo que poner a trabajar con mucha dificultad y señalada para que nadie le diera trabajo. Eso son represalias, pero cuando a ti te dan un tiro en la cabeza, eso es un asesinato”.

“Además, mi abuelo no fue a ninguna guerra, mi abuelo jamás empuñó un arma. La historia siempre la cuentan las vencedores de aquella contienda. A mi abuelo lo matan en agosto del 36. Lo que ocurre en Jerez, que para que las tropas de África entraran sin problemas, se dedicaron a hacer una sangría. Aquí quitaron a gente que sobraba, gente que pensaba diferente, antes de que empezara la guerra. Un holocausto en toda regla”, sentencia.

Pide dignidad a las víctimas; y que se sepa la verdad, que se cuente tal como fue. “¿Y lo que hubo antes de la guerra? ¿Y lo que hubo después de la guerra?”. Plantea tiempos, momentos, que no están en el imaginario común de la sociedad española. Años y viviencias que comparten nuestros familiares, que se han borrado, callado o tergiversado.

“Me llama la atención cómo el odio está en la otra parte. Cuando tú hablas con las víctimas, mentan el perdón, justicia, la reparación…, pero el odio no. Y sin embargo escucho a hablar al otro lado, a los verdugos… Y digo, ¿será posible?”, termina el nieto de Antonio Ruiz Terán.

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